miércoles, 15 de agosto de 2012

Más shorts que nunca en las escuelas

¿Reivindicación adolescente, sexualización de la infancia o simple moda?

La seducción es natural, pero hay que evitar que la chica se presente como objeto

LA VANGUARDIA 09/06/2012
 
Más shorts que nunca en las escuelas
Cuatro amigas adolescentes, ayer, a la salida del instituto Ana Jiménez
Cristina Sen

  Se observan estos días en las calles grupos de piernas coronadas por un short de diseño minúsculo. Es la moda de niñas, adolescentes y jóvenes en edad universitaria, un uniforme de verano que acapara casi todos los estantes de las tiendas de ropa y que convierte en una aventura incierta encontrar un pantalón corto con algo más de tela. Los minishorts sirven para todo. Se llevan al colegio, al instituto, a la universidad. A la discoteca y a la playa, y también se han visto en algún puesto de trabajo. Madres y padres discuten con sus hijas, especialmente con las pequeñas, los profesores lo comentan. ¿Es el debate de siempre, el de la expresión y reivindicación de la juventud, o hay nuevos elementos?

La preocupación hoy latente a la hora de analizar el significado de esta moda es el de la hipersexualización, el acortamiento de la infancia, el ritmo de maduración de los jóvenes... Esto no significa vincular en términos generales la moda de los minishorts (los de la foto no son los más cortos del mercado) a estos aspectos que analizan psicólogos y sociólogos, pero sí que da pie a plantear si todos sus usos son adecuados, lógicos, sanos.

"Podríamos considerar que es una provocación de los adolescentes, una forma de enfrentar-se a los padres", señala Cristina Ramírez, profesora de Psicología Evolutiva y de Psicología de la Sexualidad (Universitat de Barcelona). Sin embargo, esta profesora, que aborda el debate desde muchos puntos de vista, estima que la forma de vestir es un lenguaje y cada uno ha de saber lo que expresa con ello. La coquetería, prosigue, es natural pero la cuestión es saber hasta dónde, "hasta dónde es adecuado llegar para que uno no sea visto como un objeto".

En cambio, quienes ciñen el análisis al pulso reivindicativo de la adolescencia y de la primera juventud recuerdan que a lo largo de la historia siempre ha habido polémica con las formas de vestir. El caso más paradigmático es el de la minifalda, creada en 1965 por la diseñadora Mary Quant, que se extendió rápidamente, y los shorts tampoco son nuevos en la historia del mundo. Pilar Pasamontes, directora científica del Instituto Europeo de Diseño (IED) en Barcelona y profesora de Historia de la Moda, considera que los shorts son una expresión de la juventud y surgen no de una imposición comercial, sino de las redes sociales y de los blogs. "Es verdad que en algunos casos no pueden ser más pequeños, son sorprendentes, pero tampoco diría que son una barbaridad", dice a modo de pincelada.

El elemento positivo que observa es su uso extensivo. Es decir, el hecho de que lo lleven altas y bajas, gordas, flacas. Pasamontes ve en ello un cierto desacomplejamiento, una cierta actitud yanqui de más desparpajo.

Hay que desmenuzar el tema. No es lo mismo cómo viste una chica de 17 años que una de 10. Ni es lo mismo ir al colegio con minishort que llevarlos el fin de semana. La cuestión, por lo tanto, es el tipo de valores con los que se crece, el armazón sentimental, sin que esto suponga caer en el puritanismo o defender el conservadurismo. Cristina Ramírez señala que lo que falta es una buena educación sexual, entendida no como el manual de cómo se pone un preservativo, sino de un sistema transversal que hable de valores, de comunicación, de sentimientos y de respeto, entendiendo que la sexualidad no es sólo genitalidad. Una educación tanto en la escuela como en la familia en la que cada uno se plantee cosas sobre sí mismo, que ofrezca criterios de selección a los niños y a los jóvenes, y autoestima.

El tema de la edad es por tanto importante, ya que, como señala, Ramírez, hay niñas de 10 años que eligen ropa sexy y no saben qué es ser sexy. Se trata así de plantear un proceso madurativo lógico, que ofrezca seguridad.

Hace un tiempo que el debate está sobre la mesa (en forma de cinta de tanga, de enseñar el calzoncillo...), ha llegado a los colegios con el planteamiento de cuál es la indumentaria adecuada para ir a estudiar e incluso en el Reino Unido ha sido una cuestión de Estado (véanse las informaciones adjuntas). Pero nadie se inclina por prohibir el uso de unas determinadas prendas, sino de ofrecer las herramientas para la autorreflexión. Ursula Oberst, profesora de Psicología (Blanquerna-Universitat Ramon Llull), señala que los adolescentes acentúan sus perfiles hiperfemeninos e hipermasculino, una actitud que acostumbra a suavizarse con el paso del tiempo. Y actúan también en función de la identificación con un grupo.

Considera, asimismo, que hoy "ya no se lleva" el perfil de "la chica mona", sino que lo que triunfa es una sexualidad agresiva en la que las féminas tienen un papel dominante a la hora de jugar con el poder de seducción. Se ensalza así a la mujer como objeto, pero eso ya no está siendo exclusivo de ellas, sino que la presión se empieza a dar también sobre los varones. La hipersexualización de estas etapas de la vida se ve en el mundo real, señala Oberst, pero queda más subrayada en las redes sociales, en los perfiles que las adolescentes exponen de ellas mismas en Facebook. Pese al análisis, esta doctora en Psicología considera que no hay que escandalizarse por el éxito de los shorts, ya que pasará como todas las modas, y también cambiarán de gustos quienes los llevan.

La American Psychological Associaton elaboró en el 2007 el Informe sobre la sexualización de las niñas, que ponía altavoz a un debate latente y a lo que se consideraba una realidad creciente impuesta por el modelo de consumo de los adultos. La sexualidad es inherente a la vida y un descubrimiento en la juventud, pero quienes defienden las tesis de esta excesiva sexualización señalan que esta llega contaminada por un determinado mundo adulto obsesionado. Los anuncios -con la mujer como objeto-, el contenido de las revistas para adolescentes, algunas series de televisión... A ello debe añadirse el acceso a cualquier contenido en internet, sin pasar por filtros previos explicativos. Y las consecuencias, según muchos expertos, son negativas, ya que mucho se ha escrito y se ha hablado sobre lo que conlleva la obsesión por la imagen y el excesivo culto al cuerpo.

"Cuando alguien te mira de una manera, hay que tener la madurez para saber responder", señala Cristina Ramírez, quien recuerda la importancia del aprendizaje de los límites aunque la adolescencia sea un momento de lucha contra lo impuesto. Se trata, por lo tanto, de buscar un equilibrio en el que, aunque suene prosaico, todo acaba dependiendo del tipo de shorts y de cuándo se usan. Algunas niñas salen de su casa con pantalón muy corto y leggins, y después las medias acaban en la mochila. En la universidad hay profesoras (en femenino) que comentan que hay chicas que vienen tan sexis que no se sabe muy bien cómo mirarlas. No es cuestión de debatir si han de ir o no sexis, sino de señalar, dicen, que igual el lugar más adecuado sería la discoteca.

Hay, así, shorts buenos y malos, y la cuestión sería hacerse con aquel con el que una se siente bien consigo misma en el momento adecuado. Y, sobre todo, que no se lleven en la cabeza.

No hay comentarios: