martes, 29 de noviembre de 2011

"Son los roles y no el género lo que define a los hombres"

Rawelyn Connell (antes Robert William Connell), experta en masculinidad

LA VANGUARDIA LA CONTRA 16/11/2011

Foto: Mané Espinosa

Orlando

67 años. Nací en Sydney (Australia), donde soy profesora universitaria y miembro de la Academia Australiana de Ciencias Sociales. Soy viuda y tengo una hija (27). La política se ha centrado tanto en la eficiencia y el mercado que ha perdido su conexión con la realidad de la gente.

En su tierra ha sido galardonada por la Asociación Australiana de Sociología "por sus distinguidos servicios a la sociología en Australia" , y fuera de ella ha recibido el premio de la Asociación Americana de Sociología por sus contribuciones a los estudios sobre sexo y género. Sus investigaciones sobre masculinidad han dado paso a la creación de esta nueva área de investigación. Como Orlando, de Virginia Woolf, ha vivido parte de su vida como hombre y parte como mujer, quizá esa singularidad sea lo que le ha permitido entender tan bien que por encima de la biología lo que determina el género son las estructuras sociales. Ha participado en el Congrés Iberoamericà Masculinitats i Equitat.

Hábleme de cuando era Robert William...
Fui criada como chico, pero siempre supe que eso no era lo correcto.

¿Fue feliz de niño?
Sí, pero con dudas de cuál era mi lugar en el mundo. Crecí, traté de hacer mi vida como hombre, me enamoré.

¿De un hombre o de una mujer?
De una mujer. Fuimos pareja durante 21 años, hasta que murió de cáncer. Entonces fui padre soltero de una niña de 12 años, y sobreviví a su adolescencia. Ahora tenemos muy buena relación, y me apoyó cuando decidí hacer la transición de hombre a mujer. Entonces ella tenía 20 años, pero era algo que yo había considerado mucho antes.

¿Y se lo comentaba a su mujer?
Sí, y me apoyó. Creo que le debo mi vida porque muchas mujeres transexuales no sobreviven: hay una alta tasa de suicidios.

¿No le importaba que su marido se convirtiera en mujer?
Yo siempre fui quien fui, siempre me sentí mujer. El cambio en sí consiste en lograr eliminar el desfase que hay entre el cuerpo y lo que sientes.

Resulta difícil de entender.
Lo que importa es como uno logra manejar esa contradicción entre cuerpo y género, y yo conseguí desarrollar una vida como padre, maestra...

¿Como maestra o como maestro?
En inglés no hay distinción, de todas formas es algo que importa dependiendo de cómo te ve la gente, y a mí mayormente me veían como hombre, pero no como un hombre tradicional.

Decidió operarse. ¿Cómo se vive esa transición?
No es fácil, es un proceso imperfecto, no se pueden crear órganos que no existen, así que hay que ser realista con las expectativas y las consecuencias.

¿Y siendo profesor universitario?
Fue como reconocer algo que era evidente para mí desde hacía mucho, pero que no lo era para otra gente, lo que tiene sus complicaciones porque además uno de mis campos de investigación es el género, y la gente reacciona de manera muy distinta a textos que entienden que han sido escritos por un hombre o por una mujer.

Usted, que socialmente ha sido hombre y ha sido mujer, ¿qué diferencias esenciales ha encontrado?
Tuve acceso a ciertos privilegios que tienen los hombres en términos de carrera profesional y autoridad social, pero siempre en peligro por ser un tipo raro de hombre.

¡Pero está considerada una de las más importantes científicas sociales!
El trabajo de los australianos no circula fácilmente en Europa o en Norteamérica, y cuando lo hace es de una manera medio anónima porque el autor está muy lejos.

¿Qué ha descubierto sobre la masculinidad?
Fui una de las primeras personas en hacer trabajo empírico sobre la masculinidad, entrevisté a varones de distintas clases sociales, intelectuales, empresarios, activistas...

¿Y qué tenían en común?
Casi nada, no hay una psicología común, pero los hombres son colocados en determinadas expectativas: llevar el pan a casa, ser los jefes de familia, en tiempos de guerra ser los responsables de la lucha... Y las cumplan o no, todos tienen una relación con esos patrones. Las obligaciones que se dan a los hombres los definen.

Entonces, ¿qué es la masculinidad?
El género es la manera en que la sociedad maneja las diferencias sexuales, pero sabemos, hay gran cantidad de investigación que lo demuestra, que no existen diferencias psicológicas significativas entre géneros. Los libros del tipo Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus están totalmente errados.

Los científicos dicen que nuestros cerebros, su química, nos diferencian.
Precisamente esa es mi contribución a la sociología, demostrar que nuestro destino como seres humanos no está determinado por la química cerebral ni por nuestros órganos reproductivos, sino por las estructuras sociales, y es ahí donde empiezan los problemas entre hombres y mujeres.

¿A qué se refiere?
Las estructuras sociales son las que permiten el abuso, la falta de respeto entre géneros, la violencia. Pero se puede cambiar: los problemas sociales son sociales, no biológicos.

Si fuéramos iguales, no se habrían impuesto unos sobre otros.
Excepto por el ejercicio de poder social. Lo que yo me pregunto es cómo hemos llegado a tener instituciones tan desiguales en la historia y cómo podemos cambiarlas.

¿Y?
Los niveles de desigualdad cambian a través del tiempo, así que no hay un patrón fijo a través de la historia, y eso me da cierto optimismo. El camino para acabar con las desigualdades es la igualdad económica.

¿Lo más importante que le ha pasado?
Tener una hija, y también lo más difícil, ja, ja... es broma. Lo más difícil fue sobrevivir a la muerte de mi esposa.

Parece que la suya ha sido una relación muy especial. ¿Qué es lo esencial?
La paciencia, un deseo de querer seguir intentándolo cuando hay dificultades, respeto por el otro, y tener propósitos comunes, hacer cosas juntos.

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