sábado, 27 de octubre de 2007

6. TEORÍAS SOBRE LA MASCULINIDAD: La masculinidad arquetípica y la corriente mitopoética

Una del obras más influyentes los Estados Unidos sobre la crisis de la masculinidad y la manera de superarla ha sido Iron John: A book about men de Robert Bly.

Escrita desde presupuestos lejanos al feminismo y bajo el influjo de los planteamientos jungianos, que apelan a la existencia de uno animus y de una amima en todo hombre, Bly señala como causa de esta crisis el olvido de la verdadera masculinidad a que nos ha llevado la Revolución Industrial, al romper los profundos lazos que antes se estrechaban entre padres e hijos.

Los padres al llegar la adolescencia trasmitían a sus hijos los aprendizajes básicos de la vida, estableciendo desde entonces una intensa interacción con ellos que ponía fin a la etapa infantil, caracterizada por el vínculo con la madre. Sin embargo, ahora, los padres pasan la mayor parte del tiempo lejos del hogar y los chicos se feminizan excesivamente, sin acabar de romper con el universo materno.

"Las culturas tradicionales que aún existen parecen tener padre en abundancia. En las denominadas culturas tradicionales, muchos padres sustitutos trabajan con los jóvenes. Los tíos tratan de tú al hijo, o le hablan de mujeres. Los abuelos le regalan historias. Los guerreros le enseñan a usar armas y disciplina, y los ancianos lo ritual y lo espiritual; y son todos ellos padres honorarios (..)

En la mayor parte de las culturas tribales, padres e hijos conviven en un clima de cordial tolerancia. El hijo tiene mucho que aprender, de modo que padre e hijo pasan horas juntos fabricando puntas de flecha, reparando una lanza o siguiendo la pista a un animal astuto. Cuando un padre y un hijo pasan largas horas juntos, lo que aún hacen algunos padres e hijos, se puede decir que, como si de alimento se tratase, una sustancia se transfiere del cuerpo más viejo al más joven." (BLY:1998:97)

" Cuando un padre, ausente durante el día, regresa a casa a las seis de la tarde, sus hijos reciben su temperamento, y no sus enseñanzas. Si un padre trabaja para una empresa, ¿qué es lo que puede enseñar?. Está poco dispuesto a decirle a su hijo lo que realmente ocurre (..) Lo que el padre trae a casa en nuestros días es, por lo general, malhumor, producto de la impotencia y la desesperanza mezcladas con la vergüenza y la insensibilidad propias de aquellos que odian su trabajo. En otros tiempos, los padres podían romper el círculo vicioso de sus inadecuados temperamentos enseñando a trenzar cuerdas, a pescar, a cavar (..) La enseñanza endulzaba el efecto del temperamento" (BLY:1998:100-101).



Poco a poco, los valores del patriarcado se han oscurecido y la figura del hombre se ha ido desvirtuando, hasta olvidar aquel afán de trascender todos los límites que le caracterizaba.

"La actividad por la que antaño los hombres eran amados ya no existe. Los hombres... se atrevían a penetrar en el reino de los animales, a plantarles cara, a luchar contra ellos, a luchar con el alma del animal; aprendían sus danzas, atravesaban el velo que les separaba de ellos.


Algunos hombres, llamados chamanes, penetraban también en el reino de los espíritus, luchaban contra ellos, les vencían y salvaban a gente que había caído enferma por su maligna influencia.

Los hombres eran amados por su sorprendente iniciativa: navegaban en inmensos océanos, levantaban de la nada una granja en terrenos agrestes, concebían negocios, los llevaban a cabo hábilmente, trabajaban en cosas nuevas, hacían lo que nunca antes se había hecho […]

No todos los jóvenes aspiran a lo grandioso. Algunos están atados a la tierra, asumen responsabilidades demasiado pronto, se hacen cargo de otras personas; caminan lentamente, se mueven a ras de suelo, soportan enormes cargas, sienten que no tienen ningún derecho a buscar grietas de luz.

La tradición familiar ha suprimido la grandiosidad del hijo desde temprano; a veces, en esas familias, las mujeres están sobrevaloradas; los hombres, no; los hombre toman el camino del descenso. No se convierten en artistas o músicos; su vida transcurre a la altura de las suelas de sus zapatos. En algunos cuentos de hadas se les llama zapateros…”n(BLY:1998:65-66)



Para superar esta situación crítica, Bly nos exhorta a recuperar los antiguos ritos de iniciación, unos rituales que a los chicos antes les permitían asumir plenamente su identidad masculina y establecer una comunión satisfactoria entre hombre, mujer y naturaleza. La desaparición de estos ritos se está extendiendo des de Occidente al resto del mundo, propagando por todas partes este cáncer. Hay que favorecer un redescubrimiento de estos vínculos y el camino pasa por recuperar los procesos de homosocialización. Por ello, los seguidores de Bly pasan muchos fines de semana de retiro en los bosques, tratando de resucitar los valores de la crianza masculina y rindiendo homenaje a la memoria de sus antepasados.

"Podemos considerar una visión lineal de la iniciación masculina separada en cinco etapas.

En primer lugar, la vinculación a la madre y separación de la madre (hacemos lo primero moderadamente bien, y lo segundo muy mal, sobre todo en los suburbios y en los guetos).

En segundo lugar, el acercamiento al padre y la separación del padre. (A menudo posponemos el acercamiento al padre hasta los cincuenta años, más o menos, dejando pendiente la separación).

En tercer lugar, la llegada de la madre masculina. (Este paso se da rara vez o nunca).

En cuarto lugar, el aprendizaje de una energía huracanada como el hombre primitivo, el guerrero, Dionisios o Apolo. Si ha tenido éxito, el joven recibe un sorbo de las aguas del dios. (Este sorbo lo piden los adolescentes). Y finalmente el matrimonio con la Mujer Sagrada o la Reina (..) Habiendo abandonado la iniciación, nuestra sociedad tiene dificultades para conducir a los jóvenes hacia la masculinidad." (BLY:1998:179-180)

La existencia de una prueba iniciática abre las puertas a una experiencia del fracaso y del dolor que puede ser fuente de crecimiento personal, si se produce al lado del padre, que actúa como mentor y guía.

"Donde está la herida de un hombre es donde se encuentra su genio..." (BLY:1998:49)..

"Adquirir la capacidad de estremecimiento significa sentir cuán frágil es el ser humano, y qué horrible es ser un titán. Cuando uno se estremece, el temblor ayuda a disipar la insensibilidad …" (BLY:1998:89)

Pero, al deshacerse el vínculo entre los padres y los hijos, se ha perdido la vivencia de este encuentro vivificante con el dolor que hace madurar. De hecho, para unos hombres inmersos en el artificioso sistema Disneyworld actual, el enfrentamiento con la muerte, la vejez, la enfermedad, la pobreza… se convierte en un grave problema, acostumbrados como están a huir inmaduramente del dolor.

Sin modelos y referentes que los inspiren, los hombres del mundo industrializado se han instalado en el temor y en las actitudes defensivas como "modus vivendi", contaminando así el actual patriarcado, que se ve privado de sus antiguas virtudes y se convierte en un mero instrumento de opresión y dominación.

Poco a poco, el aprendizaje de la pasividad se extiende entre los hombres, sumidos en una progresiva desvitalización, en un clima de soledad y desesperación. Esta combinación de miedo y escapismo inmaduro tiene como corolario un profundo malestar psíquico que se manifiesta en el estrés, en las depresiones, y puede llegar incluso al suicidio.

Desaparecidas las condiciones para conseguir que el vínculo padre-hijo se construya saludablemente, esta relación se ha ido pervirtiendo, hasta convertirse en abusiva. De hecho, Freud al hablar del odio entre padre e hijo basado en el sexo, lo que hizo es reflejar de una manera reduccionista la realidad de un patriarcado enfermizo.

En las culturas tribales, sin embargo, la relación del padre con el hijo se caracteriza no por el ejercicio severo de un poder asfixiante, sino por el trabajo común, brazo con brazo, por las actitudes comprensivas y tolerantes y por el aprendizaje mutuo.

(Si queréis profundizar más en la obra de Robert Bly, podéis consultar su web: http://www.robertbly.com/int_8.html )


Moore-Gillette y La nueva masculinidad

En la misma línea, se pronuncian Robert Moore y Douglas Gillette, autores de otro libro de éxito titulado La Nueva Masculinidad (1993), que sitúa el orígen de esta desviación en la época de la Reforma:

“Es posible señalar el transfondo histórico de la declinación del ritual de iniciación. La Reforma protestante y la Ilustración fueron movimientos de gran repercusión que tuvieron en común el descrédito del proceso ritual. Una vez desacreditado el ritual como proceso sagrado y transformador, lo que nos queda es lo que Victor Turner denomina mero ceremonial, que carece del poder necesario para lograr una auténtica transformación de la conciencia. Al desconectarnos del ritual, hemos acabado con los procesos mediante los cuales hombres y mujeres lograban su identidad de género de una manera profunda, madura y que mejoraba su modo de vida.” (Moore y Gillette:1993:16)

Citado por Joan Miquel Navarro i Miralles en Entorn la perspectiva mitopoètica dels estudis de la masculinitat, http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi6/entorn.pdf


Pero, para reencontrar la “conexión adecuada con las energías masculinas profundas e instintivas, con los potenciales de la masculinidad madura”, añaden algo más: el proceso de curación ha de pasar por la reactualitzación de los arquetipos o ideales del Rey, del Mago, del Guerrero y del Amante, consustanciales a la masculinidad madura.

“Los arquetipos son entidades misteriosas e invisibles, pero que hacen afluir la energía. Se les puede comparar con un imán bajo una hoja; a pesar de no que no lo vemos, notamos su presencia. Los arquetipos permanecen ocultos en la interioridad de la psique masculina y si no encuentran satisfacción externa, se convierten en una poderosa fuente de malestar que se manifiesta en conductas desajustadas e incluso perversas y, en definitiva, en un amplio abanico de los problemas psicológicos. (...) Por eso, para los mitopoèticos es de crucial importancia acceder a los arquetipos positivos de los seres humanos, porque si lo conseguimos nos beneficiaremos todos.”

“Organizar leyes en el caos, estimular las fuentes de la creatividad y las generadoras (como las que produjeron las antiguas civilizaciones), ganar alguna capacidad para dirigir a la naturaleza, tanto interior como exterior, y despertar la ternura y la interrelación. Tal vez este proceso de crecimiento de nuestra especie también consiste en la interiorización y la psicologización radical de estas fuerzas en los hombres modernos”
(Moore i Gillette:1993:158)

Joan Miquel Navarro i Miralles en Entorn la perspectiva mitopoètica dels estudis de la masculinitat, http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi6/entorn.pdf


EL REY

El Rey encarna la centralidad del poder que transmite el orden correcto de las cosas y de uno mismo.“Tiene un contenido sagrado, ordenador y creador, al servicio del reino y del cosmos. Es, cuando menos, una energía generadora, renovadora y eterna que, como los antiguos mitos e historias, trasciende el cuerpo... Los ejes fundamentales en la figura del Rey son: el orden/la creación, la fecundidad y la bendición... Cuando la energía del Rey no se manifiesta o bien es débil e inmadura, las familias se desordenan, y se vuelven caóticas.” (Navarro)


EL GUERRERO


El Guerrero tiene que unir fortaleza, competencia y resistencia al dolor; “la habilidad, el poder y la precisión”, “el control de lo psicológico y el físico, el interior y el exterior... la capacidad de soportar el sufrimiento...” (Moore y Gillette; 1993: 99).

"La energía del Guerrero, pues, aunque posea otros atributos, está presente universalmente en los hombres y en las civilizaciones que creamos, defendemos y extendemos. Es un ingrediente vital de nuestra edificación del mundo y representa un papel importante en la difusión de los beneficios de las más altas virtudes humanas y de los logros culturales a toda la humanidad. Pero, también es cierto que la energía del Guerrero a veces se desborda. Cuando esto sucede, los resultados son devastadores.” (Moore y Gillette:1993:95)

La agresividad es un componente esencial del guerrero, pero se trata de una agresividad sana que tiene como objetivo hacer frente a los problemas de la existencia, que huye del exceso, porque siempre la acompaña la conciencia lúcida de las propias limitaciones.

De todas maneras, el guerrero ha de desarrollar también los otros arquetipos, porque, de lo contrario, su indiferencia emocional hacia todo aquello que no se relacione con su causa - incluidas las relaciones humanas primordiales -, le puede convertir en un ser sádico y masoquista. Cuando eso ocurre, aparece entonces una crueldad agresiva que tiende a descargarse sobre las mujeres y los más débiles, o sobre la propia persona.

"El Guerrero es un asceta, emocionalmente distante a todo aquello que no tiene relación con su causa (p. e. el matrimonio). Por esta razón, el Guerrero ha de relacionarse con el resto de arquetipos masculinos, porque de lo contrario los resultados pueden ser desastrosos.(...) La indiferencia guerrera a las relaciones humanas provoca, a menudo, problemas. Aparece entonces el Guerrero Negativo, sádico y masoquista.

El Guerrero sádico se encuentra en los hogares donde la violencia doméstica es práctica común, en los trabajos donde los encargados y superiores atormentan a los trabajadores con exigencias constantes. Desde un punto de vista psicológico, todo obedece a una inseguridad fálica transmutada en miedo y crueldad agresiva con el sexo femenino y con las personas más débiles en las relaciones de poder socialmente establecidas. A menudo el sadismo desemboca sobre la propia persona; éste es el caso de aquél que se debe a su trabajo y que olvida o margina al sus seres más próximos de manera extraordinaria (p.ej. su propia salud, su familia...)."

Joan Miquel Navarro i Miralles en Entorn la perspectiva mitopoètica dels estudis de la masculinitat, http://www.uji.es/bin/publ/ediciones/jfi6/entorn.pdf


EL MAGO


El Mago personifica el pensamiento y la reflexión, la seguridad del sí mismo maduro que es “inamovible en su estabilidad, centralizada y emocionalmente fría” (Moore y Gillette; 1993: 124).

Pero el arquetipo de mago también comporta el riesgo de autodestrucción, si la autoridad conseguida lleva a desarrollar un sentimiento de superioridad frío y cínico, y el poder conseguido se utilizan para manipular y dominar a los otros.


“Fue el Mago Negativo el que nos entregó en los días más negros de la Segunda Guerra Mundial, no sólo la tecnología de los campos de concentración sino también el arma terrible que aún pende sobre nuestras cabezas. El dominio de la Naturaleza, una función del Mago, está perdiéndose y con resultados incalculables que ya percibimos. Detrás de los ministerios de propaganda, los informes de la prensa controlada, las noticias censuradas y las carreras políticas orquestadas de manera artificial, yace el rostro del Mago como Manipulador.” (Moore y Gillette:1993:126)

EL AMANTE

El Amante completa este conjunto de arquetipos y se caracteriza por la pasión y el misticismo y “por la degustación de los placeres de la vida. El sibarita, el coleccionista, el contemplativo...son amantes” (Navarro).

"El hombre bajo la influencia del Amante no quiere detenerse en los límites creados por la sociedad. Se rebela contra su artificialidad. Su vida es complicada y nada convencional: el estudio del artista, el estudio del creador (...) se opone a la ley en este sentido amplio, vemos en su vida el enfrentamiento con la vieja tensión entre la sensualidad y la moral, entre el amor y el deber” (Moore i Gillette 1993:141)

Citado por Joan Miquel Navarro i Miralles en Entorn la perspectiva mitopoètica dels estudis de la masculinitat, http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi6/entorn.pdf


Para desarrollar estos arquetipos, el adolescente debe superar su masculinidad inmadura mediante los rituales de iniciación que ya hemos mencionado. Sólo desde esta experiencia se podrá pasar de la pueril vulnerabilidad del adolescente a la psique masculina madura.


Psicología del adolescente.

  • Pseudoiniciada.
  • Sadomasoquista.
  • Violenta y agresiva.
  • (Auto)Destructiva.
  • Masculinidad ficticia.
  • Anticultural.
  • Fragmentada

Psicología del hombre maduro.


  • Proceso ritual.
  • Creativa.
  • Constructiva.
  • Cultural.
  • Completa.
  • Espiritual.
  • Equilibrada

El hombre adulto...transforma su etapa anterior pero no la elimina. Basándose en las tesis jungianas, Moore y Guillette afirman que la estructura piramidal superpuesta resultante se suma a los correlativos del sí-mismo femenino. La suma de ambas estructuras piramidales conforman el uno mismo jungiano, que no es más que la suma de los si-mismos masculino y femenino en un ser humano.

“[…] Nosotros no queremos demoler las pirámides de la adolescencia […] Necesitamos construir, ladrillo a ladrillo, para avanzar hacia el logro de la masculinidad madura […]” (Moore y Gillette:1993:61)

Las bases de la psicología adolescente y los del hombre maduro son éstas, y dentro de ellas se encuentran componentes negativos (Moore y Gillette:1993)

Elementos del hombre adolescente

Niño Divino: Tirano - Príncipe Débil
Héroe: Fanfarrón – Cobard
Niño Precoz: Tramposo - Limitado
Niño Edípico: Niño de la Madre - Soñador

Elementos del hombre maduro

Rey: Tirano – Débil
Guerrero: Sádico – Masoquista
Mago: Manipulador – Inocente
Amante: Adicto - Impotente

Ensayando los arquetipos masculinos maduros, los mitopoéticos intentan recuperar los valores positivos de la masculinidad, porque en las sociedades industrializadas -con Occidente en vanguardia-, los valores de la masculinidad que se extienden obedecen a estructuras adolescentes y a parcelas negativas de la masculinidad madura.

Joan Miquel Navarro i Miralles en Entorn la perspectiva mitopoètica dels estudis de la masculinitat, http://www.uji.es/bin/publ/ediciones/jfi6/entorn.pdf


Críticas a la corriente mitopoética y a la masculinidad arquetípica


Críticas de Michael Kimmel y Luis Bonino incluidas en Varones, Género y subjetividad masculina de Mabel Burin i Irene Meler, Paidós, Barcelona, 2000, pàgs. 128-129.


Kimmel afirma que tiene suspicacia hacia los esfuerzos de representar los cuestionamientos espirituales de los hombres que encuentren resonancia entre la mayoría de los varones contemporáneos. Según este autor, se trata de un movimiento que trata de reconectar a los hombres con sus padres. A estos talleres asisten hombres de mediana edad, los cuales son padres, pero que aun así no se ven a sí mismos como padres, sino como hijos buscando reconexión. Para él, es como si el movimiento los apoyara para continuar considerándose hijos, rechazando aceptar sus propias responsabilidades de adultos como padres. Aunque hablen del dolor que sienten esos hombres, no hacen referencia al dolor que estos hombres causan. En términos de Luis Bonino Méndez (1998) sólo pondrán en cuestión el análisis de su malestar como varones, pero quedaría excluida la reflexión necesaria sobre lo que él denomina "el molestar de los varones", esto es, el efecto que provocan en tanto agentes de padecimiento a los otros (mujeres, niños, etc).

Se trataría, entonces, de incluir no sólo el dolor que padecen sino también el dolor que causan. Según Kimmel, estos grupos ofrecen soluciones hiperindividualistas, descontextualizan la masculinidad de la experiencia real en las relaciones masculino-femeninas como si los hombres pudieran saber el sentido de la masculinidad sin el otro con el cual organizar su propia identidad. En una cultura todavía patriarcal como la nuestra, quienes tienen las principales fuentes de poder siguen siendo los hombres, aunque algunos posean menos poder que otros.

Kimmel sugiere hacer como hizo el feminismo, un modelo que se maneje en dos niveles: uno, el de las transformaciones interpersonales -permitiendo a los hombres desarrollar un mayor número de emociones y otro, el de las transformaciones institucionales, en las que hombres y mujeres se integren en la vida pública como iguales.

En este sentido ellos deberán participar activamente en políticas públicas de apoyo para obtener guardería en los lugares de trabajo, la libertad de los derechos re productivos de la mujer, protección contra el acoso sexual, la violación, los maltratos, considerándolos tanto asuntos de mujeres como de hombres.

"Las mujeres no podrán ser nuestras iguales sin estos cambios, y nuestra vida como hombres definitivamente se va a empobrecer", afirma Kimmel.



Otras criticas de Michael Kimmel

Este tipo de análisis y propuestas presenta un patrón contrario al que ofrecen las psicoanalistas feministas. Para Nancy Chodorow, Dorothy Dinnerstein y otras, el problema con los hombres no es que ellos no se hayan separado suficiente de la madre, sino que se han separado demasiado. El proyecto de la masculinidad es un permanente esfuerzo para repudiar la femineidad, un esfuerzo fanático para diferenciarse de las mujeres. Así, los hombres han abandonado precisamente todas las capacidades emocionales que son las que más necesitarían si las mujeres obtuvieran la igualdad: capacidad de cariño, sensibilidad, respuesta emocional. Especialmente compasión. La compasión requiere conexión no separación, es la habilidad de tomar el rol del otro, ver "cuán afortunado soy". y la compasión viene en poca cantidad para los hombres; se quiebra contra la definición tradicional de masculinidad, entendida como autonomía e independencia. Las feministas, por lo tanto, han sugerido compartir la paternidad como un vehículo que permite a los hombres desarrollar estos recursos emocionales; el feminismo es el conjunto de demandas institucionales e interpersonales que los hombres toman superficialmente.

Aunque estos esfuerzos de representar los cuestionamientos espirituales de los hombres encuentren resonancia entre la mayoría de los varones contemporáneos, yo estoy profundamente suspicaz. Existe una ironía, después de todo, en un movimiento que proclama esfuerzos para reconectar a los hombres con sus padres. A esos talleres asisten, en su mayoría, hombres de mediana edad, los cuales son padres, pero que aun así no se ven a sí mismos como padres, si no como hijos buscando la reconexión. Es como si el movimiento los apoyara para continuar considerándose hijos, rechazando aceptar sus propias responsabilidades de adultos como padres.

Aunque estos libros estén hablando directamente del dolor de los hombres, yo tengo la sensación de que es un extraño dialecto el que habla del dolor de los hombres y del dolor que los hombres causan. Estas soluciones hiperindividualistas, descontextualizan la masculinidad de la experiencia real en las relaciones masculinas-femeninas como si los hombres pudieran saber el sentido de la masculinidad sin el "otro" contra el cual organizar su propia identidad.

Para Moore y Gillette, por ejemplo, el patriarcado -un sistema de dominación en el cual los hombres ejercen poder sobre las mujereses realmente inmadurez masculina, es así como ellos claman por más poder masculino en el mundo, no por menos (sólo al final de su libro aparece su antifeminismo cuando atacan a "estas niñitas tiránicas y abusivas pretendiendo ser mujeres", "quienes se han lanzado a una guerra contra el género masculino y desacreditan la masculinidad" (p. 155-156).

Estos libros "mitopoéticos" casi siempre usan la analogía del chofer para describir los reclamos de los hombres. Así, está él en el asiento del conductor, usando el uniforme, usted asume naturalmente que él tiene el poder. Pero desde su perspectiva alguien más está dando las órdenes. Brillante, ¿no? Pero también una verdad a medias, y por lo tanto terriblemente equivocada. Sí, los hombres se sienten sin poder. Pero lo que no se dice en esta analogía es que el que está dando las órdenes también es un hombre. Sacando a los hombres individualmente del mundo social en el cual ellos siguen dando las órdenes, nos perdemos la sistemática realidad social del individuo dentro de ella.

Me parece que el feminismo, desde siempre, ha ofrecido un modelo que se maneja a dos niveles: las transformaciones interpersonales -permitiendo a los hombres desarrollar un mayor número de emociones y las transformaciones institucionales, en las que hombres y mujeres se integran a la vida pública como iguales. Los hombres modernos necesitan aceptar a las mujeres como iguales en la esfera pública -lo que significa apoyar campañas para reformas tales como obtener guardería, la libertad de los derechos reproductivos de la mujer, y fuertes protecciones contra el acoso sexual, la violación, los malos tratos considerándolos asuntos tanto de hombres como de mujeres.

Las mujeres no podrán ser nuestras iguales sin estos cambios, y nuestra vida como hombres definitivamente se va a empobrecer. Como los hombres "mitopoéticos" lo han señalado, nosotros debemos dirigirnos a las experiencias masculinas de soledad, esa vaga añoranza de que no tenemos unas relaciones emocionalmente ricas, tiernas y cariñosas con nuestros hijos, con nuestros amantes y con nuestros amigos. Que todas esas añoranzas pueden ser solamente satisfechas en un mundo en el cual los hombres y las mujeres sean iguales, es tarea de las transformaciones individuales e interpersonales, una tarea por la cual el feminismo ha estado presionando por casi tres décadas.

Y, si los hombres están percibiendo todo esto, yo no diría que son pioneros en la frontera del género. Más bien diría que ya era hora.

Font: CIDHAL, http://www.laneta.apc.org/cidhal/lectura/masculinidad/texto3b.htm


Criticas de Mauricio Menjívar Ochoai

Es evidente que los arquetipos no entrañan nada distinto al patriarcado, pues reproducen los estereotipos de la masculinidad tradicional, así como su justificación biológica. Resulta curioso en este planteamiento la forma contradictoria en la que se mezclan los argumentos de tipo ahistórico con los de tipo pretendidamente histórico. En efecto, por una parte ubican algunos fenómenos históricos, como el patriarcado y el feminismo, como presuntos inhibidores de la “masculinidad madura”. Por otra parte, su propuesta política es ahistórica: la de despertar “la masculinidad profunda e instintiva”. Así, el presupuesto de los arquetipos en la propuesta de Moore y Gillette es de tipo esencialista. Este tipo de razonamiento se caracteriza por plantear los hechos sociales de manera deshistorizada, es decir, como si no tuvieran un contexto social y un tiempo concretos, a la manera del mundo de las ideas de Platón. Cambiar la masculinidad, en esta perspectiva, es más bien reforzar la existente, es decir la patriarcal.

Cabe agregar que estos autores no reconocen la degradación que ha significado para muchos hombres los rituales de iniciación practicados de manera particularmente cruel en ciertas culturas. Efectivamente estos rituales han cobrado dimensiones de tortura y vejación, según las evidencias retomadas por David Gilmore (1994).

Font: De ritos, fugas, corazas y otros artilugios: Teorías sobre el origen del hombre o de cómo se explica la génesis de la masculinidad de Mauricio Menjívar Ochoai; Cuadernos Digitales : ISSN: 1409-4681 VOL. 9 No.25. NOVIEMBRE DEL 2004. UNIVERSIDAD DE COSTA RICA. ESCUELA DE HISTORIA. 24; http://historia.fcs.ucr.ac.cr/cuadernos/c-25his.htm




BIBLIOGRAFIA

BLY, R. (1998): Iron John, Gaia Ediciones, Madrid.
MESSNER, Michael A. (1997): Politics of masculinities, Sage Publications, EEUU.
MOORE, R. (1993): La nueva masculinidad, Paidós, Barcelona.
NAVARRO I MIRALLES Joan Miquel: Entorn la perspectiva mitopoètica dels estudis de la masculinitat, http://www.uji.es/bin/publ/ediciones/jfi6/entorn.pdf

3 comentarios:

Eduardo Guerrero dijo...

Excelente artículo, definitivamente considero la importancia de revalorar y redefinir la identidad masculina.

Gracias. Saludos desde Puebla, México.

Mushutiti dijo...

Pienso que el arquetipo del hombre ha sido tan bien manejado en la industria el cine por ejemplo, que conforme a la época y a las necesidades de esta, las chicas los desean gracias a esos parámetros. Excelente artículo, me sirve mucho para una investigación.

Unknown dijo...

¡¡Magnifico!! He leido el trabajo de la doctora Shinoda Bolen, en el que este parece muy inspirado. Ella tambien es analista jungiana, habla de arquetipos basados en los dioses y diosas clasicos. Para ella, cada arquetipo femenino o masculino tiene sus propias cualidades positivas y megativas. Segun Shinoda Bolen, para evolucionar y madurar positivamente, hombres y mujeres han de aprender a transcender lo negativo de su arquetipo y realizar lo positivo.

Al final de "Los dioses de cada hombre", Shinoda Bolen habla precisamente de todo esto que decis: de encontrar una nueva masculinidad, transceder lo peor y negativo del patriarcado y permitir a los hombres desarrollar libremente sus arquetipos. Ella tambien propone eso de "recuperar al hijo"; un hombre nuevo, diferente, equilibrado, liberado de la coraza del patriarcado estricto.

Chicos, es estupendo que se este pensando en la nueva masculinidad. Las corrientes feministas y la psicologia mas reciente se han centrado mucho en la mujer, eso esta bien porque eramos casi desconocidas. Pero ya es hora de renovar tambien nuestras ideas de lo que significa ser un hombre. Y me encanta que coincidais con Shinoda Bolen en eso de recuperar el vinculo de padre e hijo, trabajando juntos. Padres cercanos, enseñando a sus hijos varones sobre sus responsabilidades y deberes, dandoles ejemplo, en lugar de la malsana rivalidad freudiana entre padre e hijo (dioses padre celestiales que intentan destruir a sus hijos varones por sentirse amenazados por ellos) Digamos adios a la parte rancia y obosoleta y hola a un hombre nuevo, con una masculinidad mas completa, equilibrada y sana.